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miércoles, 23 de enero de 2019

Maratón de Carlsbad 2019


Era el kilómetro 16 y mis rodillas me estaban traicionando. En varios entrenamientos largos me habían dolido, pero en este maratón esperaba que sucediera tarde, después de la mitad del recorrido, así que pensé "ya valió", ésto me va a costar un chingo, pero aunque se acrecente el malestar voy a continuar porque...

Oh! Pero tanto tiempo sin correr un maratón y yo con dolencias nuevas, ¿y contando las cosas desde el km 16?  Va, pues, desde el comienzo:

Ok. Después de dos años y tres meses correría por fin otro maratón, ya había descansado suficiente y, aunque hubiera querido volver al país Maratonia desde hace un año, la lesión del espolón me dejó fuera de circulación por al menos seis meses, o más, pues perdí condición y gané 6 kilitos extras.
  




Estuve por meses totalmente decidido a correr el de Culiacán, pero dos semanas antes optamos mejor por el de Carlsbad en San Diego, aunque me sigo quedando con las ganas de correr el de mi ciudad natal. 

Pues bien, los entrenamientos fueron pocos pero traté de al menos hacer los de calidad a falta de cantidad. Admito que no entré a este maratón con una seguridad plena en cuanto a la preparación física (pero al menos la suficiente) ya que entrené como máximo kilometraje semanal tan sólo 63 kilómetros, cuando siempre acumulaba entre 70, 80 y hasta 90 kms semanales. 

En breve:
La Expo del sábado fue genial, que al no ser un maratón multitudinario, no había tanta gente y se podía caminar y apreciar todo a gusto, con calma. De inmediato nos dieron el dorsal (número) y poco después la camiseta y chaqueta deportiva, ambas de manga larga, ¡a todo dar para entrenar en invierno!

Expuesto lo anterior, así amaneció el día 20 de enero del presente 2019, en Carlsbad:

Me dejó Lucy (Drop off) lo más cerca posible, pero... hacía un frío "algo interesante", de unos 11 grados celsius. Oscuridad casi total de no ser por las tenues luces de algunas casas tras los árboles.  Sólo había un policía cuidando que nadie pasara. Caminé la avenida (Monroe) cuesta abajo y parecía que estaba en otro mundo (al menos a uno muy diferente al de Tijuana) con esas murallas de árboles en ambos costados de la avenida. Casi cerraban el cielo encima de mí. Me reí de mí mismo al imaginar que algún ser sobrenatural podría salir en cualquier momento tras un crujir de hojarascas. Sin temor, no apuré mis pasos. Admiré toda aquella novedad, el aroma de esos eucaliptos gigantes y... pronto se rompió la magia, pues pasaron dos autos que el policía dejó pasar, quizás eran parte del staff de la carrera. Troté de una vez pues el maratón arrancaría a las 6:15 y había que entrar en calor.

Arrancamos a las 6:17 a.m. ya con un cielo que comenzaba a clarear un poco sobre nosotros, los casi mil corredores. Los de Medio maratón saldrían media hora después.
Esta vez sin Garmin. Ahora llevaba mi celular para tomarme tiempo, ritmo y distancia con la aplicación Strava, para la cual me valí de trucos para que me alcanzara la carga por casi cuatro horas, pero para no ahondar en este tema, solo diré que desactivé absolutamente todas las notificaciones y que vería mi progreso en la pantalla solamente cada dos millas o un estimado de dos kilómetros. Lo único en contra sería, que no me enteraría cuando iba a aflojar el paso al no ver mi ritmo constantemente, como suelo hacerlo.

Locos corredores a oscuras, al menos durante la primera milla, como desfile de sonámbulos, calladitos, donde únicamente se dejaban oír los jadeos de respiraciones agitadas y el clap clap de centenares de suelas dándole duro al pavimento. A nuestro costado derecho una laguna llamada Buena Vista, que parecía un manglar donde algún cocodrilo podría asomarse en cualquier momento, atraído por aquella procesión de piernas al aire.

Apenas dos millas y ya subíamos, a sabiendas de que nos esperaban algunas cuestas frente al mar. Muy concurrida y hermosa esa zona del bulevar principal también llamado Carlsbad. Una línea recta y larga de ese bulevar nos invitaba a continuar. 
Nunca supe en que momento se me había quitado el escaso frío que tuve, pero sí que ya sudaba un poco de la frente. De cuando en cuando le echaba un vistazo rápido a mi crono y me sentía satisfecho por andar en 5:12 minutos en promedio por Km. y me sentía muy bien, como para durar así buen rato más.


Luego el mar... ese frescor, ese aire marino me ayudaría a oxigenarme más, le sacaría provecho para llevar ese oxígeno a todos los músculos del cuerpo, aspirándolo profundamente a conciencia, para retrasar la fatiga en la medida posible. Y, el paisaje... ese bonus inspirador. Por si fuera poco el clima estaba de nuestro lado, a una temperatura que seguramente no superaba los 13 centígrados, y el cielo semi nublado, de modo que tampoco nos tocaba una gran asoleada.

Hubo grandes cuestas, largas, que habría que bajar y subir, toparse con otras semejantes y hacer lo mismo y luego regresarnos por el carril contrario y volver a subir-bajar-subir, etc. Recordé que algunos dicen que las cuestas dinamitan las piernas cuando hay muchas en una carrera, pues ni modo, no había de otra que enfrentarlas.

Y sí, en el kilómetro 16 mis rodillas me dolían ya, sin embargo, pensé: 
Aunque se acrecente el malestar voy a continuar porque no seré yo el que se detenga o abandone, mucho menos habiendo llegado hasta acá cargado de ilusiones y entusiasmo por recorrer otro maratón.

El medio maratón, al revisar, me salió en casi 1:50 horas, segundos menos, pero mejor redondeo y que sea 1:50 horas. Veía difícil terminar el maratón en menos de 3:50 horas, pero haría el intento.

Por varios kilómetros tuve enfrente de mí al pacer de 3:45', a él y a sus seguidores, un grupito como de 15 runners (grupo que se fue desmoronando conforme se avanzaba); pues los seguí, aunque al revisar mi ritmo, me daba cuenta que íbamos como para llegar en 3:40 horas, así que imaginé que el pacer llevaba un colchoncito de tiempo por si se complicaban las cosas en las últimas millas. De cualquier modo me convenía aguantarles el paso lo más que pudiera y en una de esas lo conseguía, llegar al menos en 3:45'.




¿Recuerdan el sube y baja de las cuestas prolongadas? Pues había que repetirlas otra vez, casi todas, como en un circuito. No me desanimó eso... Ya no me dolían las rodillas, mágicamente ya no... Algo bueno estaba pasando. ¿Mentalmente bloqueé las dolencias físicas? Es posible, pero creo que en verdad me ayudó bastante el controlar mi respiración, en aspirar la brisa del mar, sus iones negativos, relajándome, y el sol, ese solecito que al quedar libre de nubes también me irradió parte de su energía.

No quería perder el paso, no deseaba aflojar, y si lo hacía un poco era porque de plano las cuestas eran muy largas. Eché mano de los mejores consejos que buenos amigos corredores me han dado para aplicarlos en momentos clave o cruciales del recorrido, de hecho llegué a imaginármelos a algunos corriendo junto a mí, pidiéndome que no disminuyera el paso y que hiciera tal o cual cosa, o que no la hiciera. Hasta la técnica para subir me sirvió, pues no me cansaba... Algo estaba haciendo bien.

No llevé geles por primera vez a un maratón, pero llegó el momento en que acepté los que nos ofrecían los entusiastas voluntarios. Se supone que uno no debe ingerir nada nuevo que no se haya probado con anterioridad en los entrenamientos, pero yo le entré a esa marca nueva para mí, los SIS (Science in Sport), y para mi sorpresa, su sabor y forma casi líquida era mucho más fácil de consumirse que cualquier otro que conocía. Sin duda me ayudaron con su aporte de electrolitos.



Por fin, al faltarnos unos 10 kms ya volvíamos, es decir, ya de regreso a la Finish Line, a la meta. Yo, sorprendido de que mis principales "enemigos", los calambres, no llegaban, y desechaba de inmediato ese pensamiento para no invocarlos.

Era curioso que la gente que vi caminando eran los corredores de medio maratón y en ningún momento a los de maratón, vaya, ni siquiera yo paré (como en algunas veces lo hice). Revisaba mi pantallita del celular, y mi sonrisa salía a flote, puesto que el tiempo era bueno, mi ritmo por kilómetro ya era de 5:18', pero ese había sido mi objetivo desde el principio, algo debajo de 5:20' por km, y al parecer llegaría a la meta en 3:45 horas, y si lograba acelerar un poco, pudiera ser que en menos.

Mi intención era que el último 5 mil, fuese el más rápido de todos, cerrar fuerte, es decir: desde el kilómetro 37 hasta cruzar la meta, perooooo... Mi mayor temor estaba ahí latente, queriendo salir, manifestarse; sentí en el km.39 esos "conatos" de calambre, amenazando con echarme a perder la fiesta.  Deseaba terminar ese 5 mil entre 24 y 25 minutos, pero, ah no, aceleraba y esas molestias se revolvían alrededor de mis pantorrillas, así que desaceleraba mis pasos; de todos modos parecía que lo iba a lograr, no importaba que no me acercara ya a mi marca personal (ya hubiera sido mucha belleza). Mas luego una bajada interesante enfrente... Me dejé llevar. Aumenté el ritmo un poco, y de nuevo la amenaza de calambre. Entonces pensé en no acelerar más. Oh! Otra cuestita y quedará ya una milla para llegar (1609 metros). Decidí que doliera o no, me iría con todo (lo que quedaba, mejor dicho) en los 500 metros finales.


Fotos 4, 5 y 6 tomadas por Lucy Domínguez.

Entonces pude hacerlo, e incluso iba rebasando a corredores sin proponérmelo. No permití a los calambres que llegasen y por esta vez los vencí... Crucé la meta súper contento.

¡Gracias, Universo, naturaleza, y gente maravillosa de Carlsbad!  Fue un gran reto, más complicado de lo que pensé que sería, pero, estaba que no cabía de la sorpresa:  3:43:28 horas. ¡Lo había conseguido!  Mi lugar de llegada: el 166 de 986 inscritos.

Por primera vez mi ritmo fue casi parejo en todo el recorrido de un maratón, de modo que la primera mitad la hice en 1:50 horas y la segunda en 1:53:30 horas, apenas con tres minutos y medio de diferencia. Esa fue una satisfacción extra.



Y aunque no me agradan mucho las medallas cuadradas, a ésta la encontré realmente hermosa, y tras cruzar la meta, la llevé hacia mi pecho, luego admiré sus brillantes colores, sus olas, su mar, que se hacen referencia al panorama visto, que se quedará de recuerdo también en mi memoria.

¡Gracias por tu amable lectura!

Sigamos corriendo. Qué no te digan que no puedes!








4 comentarios:

  1. Emocionante, se ve la satisfacción en la foto. Si noté que tuviste una buena carrera en tus parciales, más controlada. De nuevo, felicidades!!
    César.

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  2. Muchas gracias mi estimado amigo! Como que me agrada la idea de que me acompañes el próximo año, presiento que te gustará. Y, gracias por pasar a leer esta aventura!

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  3. Mi amigo Héctor! Lo hiciste muy bien. Tus buenos entrenamientos y tu paciencia durante la carrera te apuntó una excelente experiencia. Muchas felicidades!

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    1. Gracias mi estimado Marco! Sigo tu ejemplo, pues tú eres muy disciplinado y le echas muchas ganas a los entrenamientos y a los maratones y pues todo eso inspira.

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