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domingo, 17 de abril de 2016

Entrenando en la cima del Cerro Colorado



Correr en cerro, en trail, en senderos, es someter a las piernas a un esfuerzo diferente, es salir de la zona de confort, y dicen algunos que es el mejor gimnasio para tus piernas, para crear fuerza, la que necesitas como corredor.

En la mañana del 15 de abril, decidí tomar un sandwich y un jugo verde para llevarlo conmigo, quería relajadamente subir al Cerro Colorado, tomármelo con cierta calma, pues serían por lo menos 14 kilómetros en mi estimación los que iba a recorrer. Ah y lo que nunca hago, llevarme conmigo el celular por si acaso surgiera alguna emergencia, pero igual por si se me antojaba tomar alguna fotografía del paisaje.



Fue un buen comienzo el ascenso, lugar donde meses atrás los chamizos no me dejaban pasar; ya casi no había señal de ellos, quizás el viento terminó por llevárselos, no lo sé.

La parte que más me cuesta es la del camino del km. 2.5, que es un trecho de unos 500 metros subiendo ligeramente pero que al estar en medio de la base de ambas colinas del cerro, tiene un efecto algo extraño, como de una fuerza de gravedad acrecentada en esa parte. Luego que se sigue subiendo en sentido contrario y ya por la falda del cerro al que llamo Lado B del Colorado, ya se siente uno libre de esa rara sensación de pesadez, y entonces comienza lo mejor.




El cerro por el lado de las antenas es el que asiduamente es visitado por mucha gente, de hecho como que se puso de moda últimamente, ya casi creíamos que iban a poner un Oxxo allá arriba, jejeje. Pero éste es donde siempre corro, aunque pocas veces llegue hasta arriba, con solo llegar a la mitad ya se puede correr por caminos anchos aunque predregosos, y desde luego, desde ahí ya puedes disfrutar de las buenas vistas, pero lo sabes, que si deseas las mejores panorámicas debes llegar hasta la cima.




Me gustó que por ser primavera y debido a las recientes lluvias, estaba algo verde la hierba. Varias tonalidades adornaban entre cafés, verdes y amarillos, como si fuera un pelaje recubriendo al cerro por todos lados.

Una vez que llegué arriba,  y ya había completado un poco más de cinco kilómetros, ya estaba bastante sudado pues siempre subir cuesta; ya había hecho lo más difícil, así que me tomé un descansito para admirar el entorno y los paisajes, aunque como era de esperarse el clima cambiaba repentinamente, había neblina a lo lejos y no se distinguían bien algunos lugares. De pronto se nublaba, de pronto sentía frío por el viento que soplaba más de lo que me hubiera esperado, pero agradable al fin.



Me desayuné la mitad del sandwich con la mitad del jugo, y lo puse sobre una roca ancha y colorada ─dentro se su bolsita de plástico─. Tomé algunas fotos, sin esperar mucho de mi celular que considero no tiene tan buena resolución en su cámara. Luego de pocos minutos ya estaba corriendo allá arriba, haciendo 5 kilómetros en una especie de planicie de unos 450 metros aproximadamente. Lo bueno de llevar reloj con Gps es que podía medir la distancia. Y fue muy curioso, que para nada me pareció mucha distancia en un pequeño espacio, pues resultó entre divertido, entretenido y creo que hasta vigorizante.




Al terminar ese 5 mil, subí un poco para llegar a las rocas de la cima, ahí ya dispuesto a saborearme la mitad que había dejado pendiente de mi "lunch", y para mi sorpresa ya no estaba... había desaparecido, la bolsita estaba piqueteada y con hoyos por todos lados... solo migajas quedaron. Enseguida descubrí a un grupo de presuntos culpables, una parvada de cuervos sobrevolaban y graznaban muy cerca, ¿quién más si no fueron ellos? En fin, me terminé mi bebida hecha a base de espinacas, piña y plátano. Recogí la bolsita, pues no acostumbro a dejar basura en ningún lado, hay que cuidar la naturaleza.



Después de tomar unas cuantas fotos más, y de admirar el panorama, me dispuse a emprender el regreso. A trote ligero y con cautela fui bajando por el angosto sendero, serpenteando entre una loma y otra. Les cedí el paso a una pareja que iban a hacer su "pic-nic", los saludé y les advertí del viento que soplaba fuerte allá arriba.



Lo bueno de bajar, es que podía ir más rápido, y sin planearlo estaba haciendo un 3 por 5 mil, pues de regreso a casa serían otros cinco kilómetros. Podía tomar atajos y recorrer menos distancia, pero no, lo que quería era correr y sentir la fuerza con que se puede hacer en ese demandante terreno, a veces escarpado y a veces pedregoso.

Al llegar a casa me sentí muy bien por el buen entrenamiento que había conseguido hacer, planeando para el día siguiente un Sprint 8 seguido de un 10x 100 metros... bueno ya que llegue ese día, que por el momento estaba deseoso de que pasasen pronto los minutos de estiramiento, que el hambre se me había acumulado gracias a unas aves de rapiña... ¡montoneras!


  Gracias por tu Visita!






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