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miércoles, 22 de marzo de 2017

Un día Corrí para...

Un día corrí para sentirme fuerte, para sacar mis frustraciones, para distraer mi mente de los problemas, y también para compartir charlas amenas con mis amigos. Corrí para conocer otras ciudades y nuevas calles, para escuchar idiomas que no comprendo, para soñar con nuevas metas, para adquirir una nueva medalla, para superar todos mis números basados en tiempos, para ser parte de un gran evento, pero también para reencontrarme conmigo mismo, para conocerme un poco más al desafiar mis límites, para regalarme satisfacciones y sensaciones que me eran desconocidas.
Para gritar un calambre quizás no, pero sí para engrandecer con ello la gloria de poder llegar a la meta a pesar de una lucha constante contra la larga distancia.

Ultra Trail Runner Rory Bosio
Un día corrí para saludar a otros que corren, para animar a quienes me han enseñado a correr, así como también a quienes comienzan con trotes pequeños pero con sueños grandes. Corrí por sentir en el cuerpo una nueva dosis de adrenalina previa a una nueva carrera; corrí -¿por qué no decirlo?- para salir en una fotografía que pudiera apreciar en el futuro, para armar una colección de preseas, para portar una camiseta con orgullo, para viajar miles de kilómetros aunque terminase corriendo unos cuantos.
Corrí para aligerar mi cuerpo, para intercambiar calorías por fuerza y coraje, para luchar contra la negatividad externa pero sobre todo contra la interna y fortalecer mi voluntad, y para creer más en mis ideales, para creer más en mi propio poder que en un “no se puede” y de este modo derribar murallas mentales.

Un día quise correr para sentir como me mojaba la lluvia, para saltar múltiples charcos y también para meterme en ellos. Otro día quise correr para sentir la tibieza de los rayos del sol, para sentir el sudor recorriéndome la piel, para luego experimentar el frescor de un viento ligero.

Un día corrí para ascender los cerros que murmuraban desde lejos una invitación a conocerles, para saltar sobre sus piedras, para eludir grietas en la tierra e incluso las inestables maromeras o chamizos. Corrí para conquistar cimas que me premiaran con vistas panorámicas por no claudicar en mi esfuerzo; para palpar las nubes que les da por acariciar la tierra mientras elevan la humedad de la tierra. Corrí para apartarme de la cotidianidad y así sentirme lejos de lo ordinario, a la vez cercano a un lugar sublime que tras imaginarlo previamente, luego me enfrasqué en alcanzarlo.

Berlin Marathon 2012 Foto por Juergen Buergin

Un día corrí, para conocer senderos verdosos, para sorprenderme con aromas que emergen de la naturaleza, para descansar sobre el frescor de los árboles, para abrazar sus cortezas, para sentir el crujir de sus hojas caídas.
Corrí para reconocer la pureza y el sabor genuino del agua, para deleitarme con amaneceres impredecibles o con atardeceres nostálgicos; para perderme entre la niebla del paisaje, Un día corrí, para atestiguar el brote de la primavera y admirar sus colores y figuras; para contemplar un cielo verdaderamente estrellado o el expresivo tono celeste del firmamento.
Un día corrí para sentir como mis pies se hundían levemente sobre la arena, para dejar que mis huellas las cubriera la salada agua del mar por el hecho de provocar a sus olas. Para ver revolotear y escuchar la algarabía de las inquietas gaviotas; para tomar un baño de sol candente entremezclado con la brisa marina. Corrí para que la infinita línea del horizonte oceánico, exclamara con su grito silente que aún existen inagotables opciones para continuar corriendo.


J. Héctor Buelna






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