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miércoles, 23 de marzo de 2016

Carrera 25 kms de Baja Trail 2016



Algunos pensarán que no soy trail, porque no corro ultras... ¡ah pero como me gusta entrenar en el Cerro Colorado!, y si por mi fuera me la viviría en el Cóndor si no estuviera tan lejos. Así que animarme a recorrer los 25 kilómetros del reto de Baja Trail era sumamente tentador. Quería vivirlo y que no me lo contaran.

Pocas veces he entrenado en el Camino ancho Cuero de venado, pero jamás había ido a la meseta ni más allá. De algún modo sabía lo que me esperaba.

A las 7:30 a.m. salimos los corredores de la distancia de 25 kms. que los del ultra de 50k habían salido una hora antes entre el frío y la neblina.

Llevaba un cinturón tipo mochila para cargar geles, gomitas y un suero ─cargaba otro en la mano derecha─. El arranque fue bajo mucha euforia... yo, muy emocionado por lo que se avecinaba. 

Calculé unos 30 o 35 corredores delante de mi, y me gustó el número, pues me había puesto como objetivo quedar entre el top 30, que para ser mi primera experiencia totalmente trail me parecía suficientemente bueno si lo conseguía, si es que no tronaba más adelante, pues Luis Morúa me advirtió que la distancia al subir y bajar constantemente se sentía casi como un maratón, por cierto, él fue quien me prestó el cinturón.

Muy pronto dejamos el camino ancho para adentrarnos al monte, subiendo y bajando colinas, aunque los primeros kilómetros fueron más ir en ascenso que otra cosa.



Por el km 5 bajamos hacia un arroyo, ahí quien no tuviera cuidado podría bajar pero rodando, pues era terreno bastante inclinado. Pasamos por debajo de arbustos, siguiendo a los de adelante, o si los perdía de vista pues a buscar visualmente los listones azules colgados en alguna rama o matorral. Éstos listones fueron realmente útiles, no tuve mayor problema en encontrar el camino marcado.

Llevábamos buena velocidad... yo sentía un poco de presión por apurarme aunque estuviera cansado, pues el senderito era tan estrecho que uno no dejaba pasar a los de atrás. De plano cedí el paso un par de ocasiones. Luego subimos un trecho para llegar al primer Check point... me daba cuenta de algo, que acostumbrado a las carreras de velocidad comencé a extrañar un terreno plano para poder tomar mi velocidad, pues casi no me gusta caminar ni ir muy lento... pues al trote, ya que nos indicaban que teníamos que seguir subiendo un poco más.

Pero esa cuestecita fue buena, porque a partir de ahí seguimos un sendero que apuntaba directo a la famosa Meseta ─un cerro que está plano en su parte superior─. Al ir bajando sentí el enorme gusto de poder correr, sí, que acelerar el paso es algo que disfruto; solo que alcancé a cuatro personas que iban en fila india y de plano no podía rebasarlos pues a los costados habían rocas, plantas espinosas y otras tipo cactus, hasta serpientes podría haber por ahí enrroscadas, así que mejor a seguir el paso de los de enfrente y tener paciencia. Mientras a seguir bajando.

El clima ideal, muy fresco, corriendo con el inicio de la primavera, que por fortuna no soy alérgico al polen.
Iba disfrutando del panorama que se extendía frente a nosotros. Al bajar el cerrito había una senda amplia con un suelo muy pedregoso, pero al fin corría libre. Pronto llegamos al km.8 donde nos indicaban que camino tomar... me pareció ver un par de hadas, o estaba alucinando, no se que tenía el gel que me tomé minutos antes o quizás era el aroma de las plantas que me generaban una buena dosis de endorfinas.

Imagen de: Viviana Garay

Al subir un poco más era para llevarnos a la siguiente pendiente. Fue sobre un terreno de tierra un poco húmeda, por donde el ganado vacuno claramente suele pasar por ahí. Algunas merodeaban a lo lejos y prestando atención a los locos corredores.
Me dejé llevar por la gravedad, de pura emoción agarraba velocidad, ni siquiera pensaba en dejar atrás a otros, solo en hacer mi propia carrera lo mejor posible.

Llegamos al pie de la meseta, ahí saludé a Juan Othon, esposo de mi amiga Claudia Soto. Lo saludé y le pregunté por ella, me dijo que iba un poco adelante.
A seguir subiendo. Pasamos bajo las sombras de un trecho boscoso, un lugar recóndito que se antoja mágico si tomamos en cuenta que Tijuana no parece poseer nada semejante, a menos que te adentres a este tipo de terrenos. (Debo de volver en otra ocasión para pasear lentamente y ver todo con detalle).

Había muchos corredores ahí. Poco a poco me fui dando cuenta de que éramos ya gente de las dos distancias, pues algunos señores me dijeron que iban por los 50 kms.
Un poco más adelante fue necesario trepar, pensé: "¿Qué no se trataba de una carrera?, sí lo era, pero de obstáculos, ya había corrido, trotado, caminado, saltado y ahora trepaba. Íbamos varios en fila, sujetándonos de ramas, raíces, rocas, de lo que se pudiera con tal de lograr el ascenso... sumamente interesante me estaba resultando el reto, y con lo que me encanta estar entre la naturaleza!

En todo el camino yo hablaba y hablaba cada vez que podía, normalmente no soy así, pero el gusto por estar en ese lugar y participando, no dejaba de repente de dar alguna frase de ánimo a otra persona o a decir alguna frase según yo chistosona para que no se perdiera el optimismo o la alegría; creo que eso no era necesario, pero debido a mi palabrería a un chico le dio por seguirme el rollo y también comenzó a platicar y a hacerme preguntas; ambos nos fuimos formulando preguntas mientras caminábamos rumbo al siguiente check point. 
Me daba gusto que él seguía mi paso e incluso mis instrucciones, pues ambos éramos novatos en el evento. Cuando decía "aquí debemos correr", el joven corría conmigo, o "aquí lo mejor es caminar", igual me seguía. ¡Buen chico!

─Vente joven, si seguimos así, puede que terminemos en unas tres horas. ─le dije.  Él, declaró que no llevaba nada para tomar energía, que haber si la hacía; al momento le obsequié las gomitas de electrolitos. Agradeció el gesto.

Un señor que iba un poco adelante oía nuestra conversación y nos aseguró que no llegaríamos debajo de las 3:30 horas, que era demasiado pesada la ruta. Yo insistí varias veces en que sí podríamos, que incluso 25 kms debajo de tres horas bien los podríamos hacer.


En el punto de revisión tomé dos vasitos de soda, para elevar la energía con la glucosa, y un poco de agua para refrescarme la cara. Fueron minutos vivificantes.

El panorama hacia donde volteara era de belleza indescriptible. Lamenté no llevar conmigo una cámara para tomar fotos, tal como lo hace mi amigo Gabriel Flores, quien sí sabe equiparse muy bien. Una ladera tan verde como soleada a espaldas de la carpa me recordó la serie animada "Heidi", donde los niños corrían en ella arreando las cabras para que comieran pasto.

Fueron muy atentos los jóvenes de Baja Trail por ver que no nos hiciera falta algo, por lo menos les agradecí las atenciones.

Seguí en ascenso con el chico que se me unió, y yo pensando en mi buena suerte, la de ahora tener un compañero para el recorrido, aunque no sabía si él me dejaría o si acaso yo debía dejarlo atrás cuando avanzáramos en algún punto de la travesía.  

Finalmente, arriba de la meseta y me dio la impresión de ser un paisaje semi desértico, como que un corre-caminos iba a pasar de un momento a otro por ahí. El camino seguía marcado con cal. Allá adelante se divisaba una pareja, y tras nosotros solo un corredor se veía a unos cien metros. 

─Poco a poco vamos a ir recuperando velocidad. ─Le dije al chico, sabiendo que seguiríamos de bajada.
La pareja de adelante llevaba tanta prisa que de plano al comenzar a bajar ellos ya casi estaban en el fondo, al pie del cerro. Era bastante accidentado el camino, es decir con muchas piedras sueltas.

Tuvimos que dar espacio al joven de atrás, para que pasara... pero creo que inspirados en él y en nuestras ganas de correr, el chico y yo apretamos el paso poco a poco... nomás tronaban con chasquidos las piedras bajo nuestros pies. Nos fuimos con más fuerza cada vez hasta alcanzar un paso como de 4:20' por km. que bien pudimos caernos pero el buen equilibrio estuvo de nuestro lado.

Admiré el campo que teníamos a nuestro alrededor. Me daban ganas de correr en cualquier dirección.

─ ¡Wow! Qué bonito éste lugar, hasta para hacer un Pic-nic debajo de esos árboles. ─Le dije al chico mientras en mi mente evocaba la película: "Qué verde era mi valle", aunque fuera ésta filmada en blanco y negro. De pronto rebasamos al muchacho que nos pidió acceso al inicio de la bajada... llevábamos buen paso y no teníamos intención de soltarlo.

Fotos: 5, 6 y 8  son cortesía de Yo también corro en Tijuana

Tomamos un sendero que servía para rodear la falda del cerro "Meseta". Algunos árboles a nuestro alrededor me hacían olvidar el esfuerzo que hacíamos... en verdad que no estaba nada cansado, solo llevaba un poco agitada la respiración por sostener el paso, el cual consideré que era algo fuerte para estar en ese terreno. Sentía calientes las plantas de los pies como si se fuesen a llenar de ampollas, solo eso... de pronto me di cuenta que no sabía el nombre de mi compañerito y se lo hice saber, que corriendo nos presentamos:  Yo soy Eduardo... y yo soy Héctor.

Al ir bajando, Eduardo me sorprendía, respondía al paso que yo le marcara. Luego el paisaje nos recibía con vacas corriendo por todos lados, asustadas al vernos. Me sentí como en la serie de "Bonanza" que mi madre veía a inicios de los años ochentas. Fue agradable recordar y vivir el presente a la vez.

La gravedad nos daba buen impulso... correr y correr por la pradera, ah sí "La Casita en la Pradera" del también inolvidable Michael London, pude imaginarlo en esa parte del trayecto.

Con ninguna prisa en especial más que el poder disfrutar las diversas sensaciones que esto produce, seguimos Eduardo y yo a la par. Ya eran 20 kilómetros y el joven me pedía algo porque sentía que se le bajaba la energía, solo me quedaba la mitad de un gel y lo aceptó. No quiso un trago del suero, que en realidad ya quedaba como para dos traguitos.

Entramos a zona de arroyos secos, algunos con grava y otros con poca agua. Brincamos de un lado al otro, siguiendo veredas y los listones azules. Sin querer pasamos a otros dos corredores. 

─No vamos nada mal. ─Dije a Eduardo. ─Pero si tú quieres puedes ir más rápido, adelántate si gustas.

─No, yo me voy con usted Héctor, ya tenemos rato juntos y así hay que seguir. ─Me respondió para mi sorpresa.

─Pues ya nos falta poco. ¡Lo vamos a lograr!

Recordé a Frodo y a Sam, que siempre seguían juntos para apoyarse mutuamente en su travesía hacia Mordor.

Isabel Mata y su esposo Adán, muy cerca de completar los 50 kms.

Llegamos a donde hay un pequeño lago, el cual ha de servir de bebedero para el ganado. Muy bonito lugar, pero el buen fotógrafo llegaría después de nuestra pasada y me perdería de aparecer en una bonita postal.

Pronto arribamos al último punto de revisión. Como siempre muy atentas las personas. Saludé a Lorena Pugga; me preguntó que si necesitaba algo, pero dije que no... ni por agua me detuve, pues aún no me terminaba el suero.

¡Ah el camino ancho por fin! "Entonces podré llegar en 3:00 horas flat", pensé... pero no, una chica que señalaba el camino me mostró la ineludible realidad:  "Es por acá, subiendo por éste sendero"... ahh, y yo que ya me saboreaba el camino ancho para tomar toda la velocidad que me fuera posible... ni modo.

Al poco rato me alcanzó Eduardo, apenas me di cuenta que se había retrasado por quedarse a beber algo en el check point.

─Ni modo amigo, no vamos a llegar en las 3 horas, pero si debajo de 3:20 ya verás! ─Pues sí porque era puro subir y bajar varias lomas, las mismas por donde habíamos comenzado.

El reloj me indicaba que eran 23 kilómetros y en mi estimación seguíamos lejos del Rancho Casián, donde fue la salida y ahí mismo nos esperaba la meta. Al parecer serían más de 25 kilómetros.

Entre subidas y bajadas tuvimos que caminar las cuestecitas más pronunciadas, y de volada recuperábamos el paso en lo "plano" y en los descensos. De improviso sentí uno de mis tenis tropezar con algo. No supe que fue, una piedra o una raíz saliente, que por más que intenté no perder el equilibrio me fui hasta azotar sobre el suelo pedregoso.

Eduardo se asustó, pero yo lo estaba más. No pude evitar quejarme del dolor... hubiera deseado caer en cámara lenta para tomar la decisión de donde y como caer, o si meter las manos, la asentadera o a ver como... pero en un segundo que sucedió por instinto caí de costado, sobre mi lado derecho, llevándome varios raspones por todo lo largo del brazo y un pinchazo de medio centímetro en una llema del dedo medio que no paraba de sangrar... Eduardo me tendió un mano después de preguntarme si me encontraba bien. Qué bueno que estaba él ahí conmigo, que si no, me hubiera arrastrado un rato antes de levantarme, híjole hasta me acordé de "El Renacido" y no por aquello de arrastrarse sino por la sangre brotando por mi brazo en varios trazos.



El joven recogió mi botella ya vacía mientras yo hacía lo mismo con mis lentes totalmente llenos de tierra, y yo que pensé que ya la había librado de caerme, que me fue imposible no acordarme de mi amigo Víctor Puma, y su caída de dos años antes en esta misma carrera. En eso, nos pasó una chica de Linces de Tecate, quien iba por el tercer lugar femenil, pude ver que llevaba raspones en las piernas, sin duda también se había caído. Ella se nos adelantó en lo que me recuperé... caminamos un par de minutos, aunque en total había invertido por lo menos tres en la caída y recuperada.
Luego seguimos al trote hasta que finalmente dimos con el lugar donde daban la pulsera con que sería oficial la entrega de la medalla, pues habíamos cumplido con el recorrido.

Ah que felicidad estar ahora sí en el camino ancho, ya enfilados hacia la meta.

─ ¡Vámonos fuerte! ─Aconsejé a Eduardo. Él venía atrasito de mi, yo quería marcarle el paso, pero él confesó que sentía sus piernas como si fueran a acalambrarse.

¡Qué sorpresa! Ver un tumulto de gente gritando en la esquina, echando porras, entre ellos mi amiga Ninfa Uribe quien portaba una cartulina que no se que decía, pero le devolví una sonrisa. Doblamos hacia la entrada del Casián, y ahí en la meta brotaron de inmediato los gritos de euforia, la algarabía y las porras de muchas voces.



¡Qué bienvenida tan padre que nos dieron!, en lo que a mi respecta, nunca me habían recibido así en ninguna carrera. Zuluz Villaseñor me colgaba la medalla y, tanto ella como Leslie Valladares fueron muy atentas, ofreciendo un alegre y encantador recibimiento. 

Crucé la meta en 3:17 horas, nada mal para ser mi primera vez en ese ambiente y terreno, adicional que la carrera resultó de 26.6 kms.  y no de 25 kms como se anunció, pues hasta en eso hubo sorpresa.

Las hermanas Alejos se mostraron maravillosas con sus gritos de apoyo.  Ninfa tan adorable luego llegó para felicitarme al igual que Eduardo Hernández, el campeón Francisco Isaís, Héctor Romero, y varios colegas más.

Un paramédico atendió las heridas de mi brazo, y yo muy contento y agradecido buscaba visualmente a Lucy entre la gente.

Después me regresé bajo la carpita para beber algo y abracé a Lucy quien al fin apareció; y en eso se me acercaron las amigas corredoras para la foto del recuerdo, y yo sintiendo pena porque seguramente olía a zorrillo molonqueado. Fueron muchos abrazos y felicitaciones de amigos corredores que jamás esperé verlos en la meta. Yo no sabia si me confundían con alguien más. Pero no, sí decían mi nombre es que se trataba de mi, hasta don Raymundo Ricardez que a cargo del micrófono me hizo una pequeña e inesperada entrevista. 

Al poco rato se me acercó un joven a felicitarme y lo reconocí, por la emoción yo mismo lo había olvidado... (¡perdón!), era Eduardo, el chico que me hizo el favor de acompañarme durante 16.6 kilómetros de aventura. Lo abracé y felicité... ¡Lo logramos amigo!

¡Muchas Gracias gente bonita de Baja Trail!... Super el evento, y eso que no hice la distancia mayor.




Gracias por tu Visita!







martes, 22 de marzo de 2016

Claudia Soto: Ultramaratón Baja Trail 50 kms

19 de marzo de 2016, sábado por la noche:



Preparé mis cosas para nuestra próxima aventura de 50 kms Baja Trail. Los electrolit, las pastillas de sal, advil, gomitas G, mis pastillas sport, mi ipod. Todo ya listo en mi mochila, para luego seguir con la de mi esposo Juan, ambos llevamos lo mismo siempre... así que listo, a esperar que suene la alarma, darnos un baño y a encaminarnos al Rancho Casián.



Marzo 20. Día del Ultra:

Así fué, sonó la alarma y antes de ducharme prendí mi café que sería para el camino. Teniendo todo listo, subí la mochila de accesorios al carro, me devolví por los cafés y salimos.


A escasos cinco minutos de casa dije: ah que triste que un día dejara olvidada mi mochila y volteé para atrás y miré todo bien, en aparente orden.

Al llegar a Casián ya eran las 6:10 a.m. y veo que Juan saca su mochila, entonces no miré la mía y le pregunté por mi mochila... buscamos debajo de los asientos, por todos lados y nada... la había dejado en casa. Sentía un dolor anímico, una desesperación, bueno decía: "No me van a dejar correr, no me van a dejar". Le llamé a mi amiga Verito que viniera y me la trajera, pero no, ya no había tiempo. 

Fuimos a que nos pusieran la pulsera de salida, que íbamos por 50 kms.  Ahí miré a Gabo (Gabriel Flores) y le dije desesperada:

─Gabo, olvidé mi mochila.
─Con una botella ─me respondió. Yo pensé entre mi: "Es que no nomás es el agua, es todo lo que uso para hacer distancias".



Fuimos al carro por la mochila de Juan, pero el quería ir al baño y le dije: "ya van a salir".  Fue así que dieron la salida y yo si salí con todos, él estaba todavía en el baño. 

Gabo me hizo el favor de sincronizar mi reloj y así comenzamos a recorrer los primeros kms. Juan me alcanzó en el km cuatro.  Desde ahí nos fuimos juntos. 
¡Era tan bonito el camino!  Me daba esperanza el irnos juntos, pues él traía pastillas que nos ayudan mucho. Si acaso nos despegábamos era un kilómetro pero lo esperaba o me alcanzaba.

En el km 9 estaba una persona que se había caído y estaba sangrando de una rodilla; ahí le pedí a Juan que me diera las pastillas que cargaba para el dolor. Ante la negativa del compañero lastimado de no traer algo para dolor, le dije: "tómate ésto, te va ayudar. Era advil. Y así proseguimos con el recorrido.

Pasamos el segundo puesto de hidratación. Ahí pasabas e igual que en todos los puestos te preguntaban "¿Qué ocupas?", "Todo muy bien vamos a seguir, gracias".

Empezamos con el ascenso a la meseta, que era subir agarrándote de donde podías, así hasta arriba para tomar un descanso porque seguía otra subida para llegar a el puesto de hidratación que te desviaba de los corredores que iban por 25 kms. Nosotros que íbamos por 50 era comenzar a atravesar para seguir hacia el cerro Coronel, ahí fue cuando Juan se quedó y yo tuve que seguir.



Al estar subiendo podía ver que allá abajo venía Juan. Yo estaba sedienda. Fue ahí que Antonio Ríos me dijo: "¿Clau, ocupas agua? aquí traigo".  Y sí, la verdad que ya la necesitaba. Se lo agradecí y agregué que había dejado mis cosas en casa, que me venía apoyando con Juan, pero que él venía atrás con una amiga. Antonio me dijo: "No te apures, aquí nos vamos juntos". Y  sí, así fue que ahí nos fuimos haciendo compañía.


Pudimos ver que ya venían los primeros hombres de regreso, les grité: ¡Vamos, van muy bien! Emocionada veía al tercero así que le dije: "¡Vamos, vas muy bien. Eres el tercero!" ─Wuau que emoción experimentaba─.  Así seguí hasta encontrarme con Zoila Ríos:
"¡Vamos Zoila, eres la número uno de las mujeres!"  Ella fresquesita, "wuau, va, dale"... luego me encontré a la segunda y a la tercera.

Llegué al punto de hidratación antes de subir al Coronel. Eran 23 kms y medio al llegar ahí. Lo primero que escucho: 

─ ¿Y tu mochila para llenártela? ─pensé: "uff, me sacarán".
─Ahí viene mi esposo apoyándome con la de él, respondí. ─Tomé agua, pastillas de sal, agarré 3 por si me hacían falta.


Luego llegó mi compañera, y al preguntarle por Juan me dijo que por ahí venía. Nosotras comimos algo de fruta y le sugerí a la compañera: "vamos a subir rápido porque hay un límite de tiempo para llegar arriba".  Así, comenzamos a subir de inmediato. Ahí mismo nos encontramos a mi amigo Marcos ya bajando del Coronel. Un poco más arriba venía mi amigo Gabo, super bién se veía. Le dije: 

─Yeiii amigo, te dije que te iría muy bien.
─ ¡Vamos Clau, también tú vas muy bien!, respondió.

Ahí venía Kari descendiendo también del Coronel: "¡Yeiiii bella muy bien, dale vas muy bien!".

Y así yo seguía avanzando. Hasta llegar arriba pude ver a Sandra Martínez. Ella venía super contenta, ya iba de regreso con mis amigos Raúl y Manuel; "¡Vamos, vamos muy bien amigos!"



Luego de llegar a la cima del cerro Coronel, de tomarnos la foto para regresarnos, le dije a mi compañera: 

─Bajemos rápido, yo no le tengo miedo a bajar... vámonos recio" y comencé a notar que no avanzaba, entonces le dije: ─Suéltese, no se detenga. Solo que ella me decía que no la dejara. Le di un palo para que se apoyara, luego yo empecé a bajar tan rápido como podía.

Por ahí me topé con Juan, él ya casi terminaba de subir y le comenté: "apúrate, que tienes tiempo límite para bajar".
Le seguí así por el sendero hasta bajar el Coronel y poder llegar a rehidratarme. Solo un vaso con agua y unas fresas y a seguirle. Fue ahí que Jorge me dijo:

─ ¿Y tu mochila Claudia?
─ ¡Ay! Jorge no traje, se me quedó en casa. 
─Llévate mi botella. ─me dijo y le tomé la palabra. Era un gatorade de ponche, mi favorito y así decidí continuar cuando de pronto escuché:

─Clau, Clau, llévate mi mochila.
─ ¡No Jorge, así me voy, gracias!


Dije eso pensando que mi esposo de bajada me iba alcanzar, pero él cuando miró que mi compañera no avanzaba la ayudó a bajar. Fue así que nunca me alcanzaron, yo volteaba y pensaba "ahorita vienen", con la esperanza de tomarme mis pastillas y agua, mucha agua. Así me fuí hasta llegar al km 35. Antes de subir a la meseta estaba otro puesto de hidratación. Ahí ya estaban Areli y su esposo. Comí algo y me puse voltaren en mis piernas, y ya lista comencé a subir la meseta. Ya me apoyaba con un bastón que por ahí recogí.

Fue en esa altura cuando creí que Juan ya no venía tras de mi, que se habían pasado del tiempo límite. Fui optimista pensando: "bueno, seguiré y ojala que vengan atrás".


Ya arriba en la meseta volteaba a ver por si los divisaba. No, ya no los miré. Empecé a trotar y bajar la meseta. Ya traía mis rodillas muy adoloridas de la bajada. Comencé a caminar y fue ahí que platicando con un amigo del club Tx8 me di cuenta que era el mismo que cuando al comenzar le di unas pastillas para dolor, él se había caído y ocupaba algo para mitigar su dolor. Le dije: 

─Yo pensé que te habías salido.
─No aquí ando todavía. Muy bien vamos a seguir, dijo. ─Y ellos se adelantaron, llegaron al puesto de hidratación para enseguida llegar yo pidiendo una pastilla.
Edson me dijo: 
─No Claudia, pastillas no tenemos, pero mira, dale y en el otro punto de hidratación ahí están los paramédicos y les dices.

Con Graciela Segura y su hijo.
Tomé agua, me mojaron con hielo, me estiré y me animé para proseguir. Ese valle que seguía, se me hizo eterno de cruzarlo. Me pasó un americano y me alertaba algo sobre una víbora. Le pregunté ¿qué pasa? y me dijo: "una víbora por ahí", y me dio tanto miedo que rapidito pasé. Pude escuchar muy bien como sonaba su cascabel, ¡uy que miedo, gracias! le dije al pasar por ese tramo y le seguimos.

Antes de llegar con los paramédicos estaba Germancito de Yo también corro en Tijuana. Me emocioné tanto que comencé a lagrimear. Le dije:

─Germancito, la he sufrido de lo lindo.
─ ¿Por qué Claudia?, usted puede.
─No traigo mi mochila, la olvidé en casa. ─Y él luego luego me dijo:
─Pues mire más de admirarse, ya lo logró. Siga, siga, ahí hay agua.

Era el último punto de hidratación. Les pedí refresco y me dieron rápidamente. Le pedí al paramédico que si podía ayudarme con el dolor de mis rodillas y respondió: "Ahorita te lo voy a quitar". Y sí, me tronó y saqué todo. Exclamé: "¡Qué sabroso! Me dijo: Dale, ya vas a poder terminar. 
Crucé camino ancho y empecé a subir. Ahí alcancé a un compañero, al cual le comenté:

─Me cae que qué retador estuvo esto, amigo.
─Sí, pero mira, ya casi llegamos. ─Me dijo, aunque él se quedó a caminar yo le seguí un tramo al trote.
Pensaba y deseaba: "¡Ay mi Dios, tantita agua que dejaran por aquí", sin embargo también me daba mis ánimos diciendo: "Ya casi llegas, ya no la ocupas". 
Cuando iba en la última bajada, escuché la voz de mi amiguita Graciela Segura exclamar:

─ ¡Es Claudia Soto, es ella! ─uff se me salieron de nuevo las de cocodrilo. Su hijito muy atento me dio gatorade y ella me puso la última pulsera y me dijo que con esa me daban mi medalla. ¡Wuauuuu lo logré!

Al salir, me encuentro con la esposa de Santiago y me pregunta por él y le dije: "Sí, ahí viene atrás, espéralo". También fue ahí que Lupita Cruz salió a mi encuentro y me sugirió:

─ ¿Quieres cerrar?
─ ¡Vámonos pues! 
Le di, ¿De dónde me salió ese último jalón? no sé, lo que si sé es que se lo agradezco mucho.



Antes de llegar estaba Efren Lugo, me dijo: "¡Ya llegaste campeona, relájate!" Jijiji, fue inevitable, otra vez lloré... y fue así que llegué a la meta. Ahí me esperaban todos, todos mis amigos, mi familia de runners. Fue grandioso que Zulucita me abrazara y me pusiera mi medalla. Me sentía muy emocionada de ver que éramos unos ganadores.
¡Lo logramos cheee gente linda!, los quiero y espero que se repita de nuevo. Correría una vez más éste "Ultraretador". Nada que ver con los de Luna llena, con Laguna Salada y menos con el de hace un año aquí mismo. Éste ha sido de todos los que he vivido el verdadero ultra-retador, pero me quedo con la satisfacción y ganas de volverlo hacer.

Gracias a Bajatrail por traer estos eventos a nuestra Tijuana. Eternamente agradecida. Sé que si se hubiesen dado cuenta que no traía mochila me descalifican, pero lo logré y me llevaré esto por siempre como una gran experiencia.

A todo aquel que me regaló un poco de su agua, Dios les multiplique el triple... por siempre se los agradeceré.

Claudia Soto







miércoles, 16 de marzo de 2016

Medio Maratón Mexicali 2016

Arriba del puente.

Fue en el 2009 cuando corrí ésta prueba de 21 kilómetros por primera vez. Jamás hubiera imaginado entonces que lo correría ocho años de forma consecutiva... en aquel entonces hice 1:50 horas, lo cual fue un buen inicio para mi.

El año pasado logre hacer 1:34:40 horas, y como siempre me cuesta mucho trabajo correr en esta ciudad decidí tomarme éste medio maratón como un entrenamiento para mi carrera de 25 kms en cerro que me toca correr el próximo domingo 20 de marzo.

Solo había entrenado un máximo de 15 kilómetros como tirada larga en lo que va del año, aparte del 3x5000 que hice un domingo antes, el cual una vez más compruebo que me ayuda a mejorar marca. Adicional de un entrenamiento llamado Sprint 8, que me recomendó mi amigo ensenadense Manuel Navarro, quien tiene un excelente nivel atlético y como prueba de ello fue que quedó 100 lugares arriba de mi lugar de llegada en este evento cachanilla.

El clima contribuyó a las buenas marcas de los corredores, y al notar lo fresco del ambiente me motivé para buscar la mejora de lo hecho un año antes, pues esa vez el calor no me dejó rendir bien a pesar de haber entrenado supuestamente mejor que ésta vez.

Manuel Navarro (de azul con rojo). Imagen de Yo también corro en Tijuana.


Hice los 5 kms en 20:45 minutos. Los 10 kms en 42:25... y después ya solo recuerdo las 10 millas o 16 kms en 1:09:45 horas, apenas ligeramente más rápido que un año antes, con la diferencia de que ahora me sentía más entero.

Hubo un momento en que supe que no iba tan mal, cuando las mejores mujeres corredoras me comenzaron a pasar por los costados... Jaret de Mexicali, Xóchilt de Rosarito, y varias más, pero a quien pude seguir por un rato fue a Terri Dowie, norteamericana que gusta mucho de correr en Tijuana.

Por el kilómetro 18 alcancé a un señor que calculé tendría entre 60 y 70 años. Él iba a buen paso, con gran nivel considerando su edad, me fui a su lado y le dije: "Va muy bien... yo quiero correr así como usted", aunque no aclaré que me refería a que cuando yo tuviera su edad me gustaría tener ese nivel que él aún mantiene. Después sabría su nombre... Pedro.

Ya llegábamos al puente, pero no tuve la suficiente energía para acelerar que hasta don Pedro se me fue, no bajé mucho el paso, pero planeaba recuperarlo en la bajada.

Vi claramente que podría terminar sin problema en menos de 1:33 horas, y con eso me bastaba, pues al quedar un kilómetro tampoco me alcanzaba para récord personal, sin embargo llevaba buena viada por la bajada del puente. De pronto ya tenia la meta a la vista, aun no la esperaba y me vi alcanzando a corredores que ya me habían rebasado algunos minutos atrás.

Fotos de Esperanza Espinosa y Sudor Cachanilla.

Me topé de nuevo con don Pedro, y lo noté algo cansado, como dando un gran esfuerzo por mantener su fuerza y velocidad para poder arribar a la meta... no se que sentí, que faltando unos 300 metros para llegar, en vez de rebasarlo mejor me fui con él dándole ánimos (no quería contar ésto en mi relato pero ésta persona me alegró la mañana con su ejemplo y ¿cómo no mencionarlo?).

Yo de cualquier modo ya tenía asegurada mi nueva marca mexicalense... don Pedro quería aflojar el paso y le dije que ya mero lo lograba, que mantuviera el paso, que ya estaba a punto llegar a la meta... y así lo escolté hasta que cruzamos la meta. Me dio más gusto por él que por mi; fue extraño el sentimiento, como si se tratara de un familiar, tal vez fue porque mi papá a la edad de ese señor aun corría fuerte, bueno en su deporte que era de marchista.

Nos dieron las flamantes medallas, las mochilas que van al hombro (perfectas para salir a caminar), las frutas y las bebidas... la camiseta de suave textura que esta vez me gustó. Y me fui a descansar a una silla, y justo ahí don Pedro me reconoció de nuevo y aunque no me lo esperaba me agradeció la motivación que le fui dando en ese último kilómetro. Se presentó, y hasta me contó un breve resumen de su vida atlética y de las grandes marcas que ha hecho (que yo ni soñando las puedo hacer aún)... Él estaba muy feliz y me contagió de su alegría, como si fuera poco para mi lo mucho que había disfrutado de correr otro medio maratón en Mexicali, mucho más que las siete ediciones anteriores pues había llegado en 1:32:25 horas, lo que significa 18 minutos más rápido que aquel debut del 2009.

Además me dijo don Pedro algo inesperado, que él así gusta de correr, esforzándose al máximo, y sin temor a ataques cardíacos, pues piensa que si a alguien le va a dar no necesita correr para que eso suceda sino haciendo cualquier otro esfuerzo en su vida cotidiana, incluso hasta con un disgusto. Me dijo tener 64 años de edad y que seguirá corriendo mientras pueda hacerlo.

Se anunció que se llegó a los dos mil participantes; 600 más que en el 2015. De modo que llegué en el lugar 126, me gusta aunque de plano parece que aquí nunca quedo en el top 100... pero lo lograré en el 2017, algo me dice que así será.

Gracias por tu visita!








miércoles, 9 de marzo de 2016

El Dinero que encontré al correr

Muchas veces me he preguntado ¿a cuántos corredores le pasará lo mismo que a mi?, o probablemente mucho mejor que a mi. En éste caso, la cuestión es de dinero... sí, pero de ese dinero que uno se encuentra en las calles o los terrenos que usamos para hacer nuestros entrenamientos, o bien podría suceder que en plena carrera de competencia tu vista se tope con el brillo de una moneda o un papel que se asemeja a un billete, ah pero te acercas y resulta que sí es, es un buen billete.

Al que madruga Dios lo ayuda reza el refrán, y muchos corredores acostumbramos a correr por las mañanas, unos más tempraneros que otros, pero tenemos la fortuna muchas veces de ser los primeros en pasar por una calle, sendero, caminito del parque, playa, etc. y no lo pensamos dos veces en detenernos si la fortuna del dinero nos sonríe un poco ese día.



Mi pregunta para los lectores es:

Tú, ¿qué cantidad te has encontrado al salir a correr? Y me refiero a una sola sesión. Y mientras haces memoria, he de mencionar mis casos personales:

Monedas:  Muchas veces me las he hallado, ya no hablemos de un penny o centavo de peso, sin embargo las de 5 y 10 pesos en varias ocasiones me las he encontrado. Solo una vez una moneda de 20 pesos se atravesó en mi camino... bueno yo en el de ella.

Subamos las denominaciones:

Una vez, en una carrera de esas nocturnas me encontré un billete de 20 pesos, yo estaba calentando pero al poco rato, en cuanto terminó la carrera de 5 kms. volví a pasar por el mismo lugar y me encontré otro billete igual; fantaseando casi creí que brotaban del suelo esos billetes. 

Sucedió que en plena carrera de la Francisco Villa, hice una pausa para levantar un billete de 50 pesotes. Perdí por unos minutos el ritmo que llevaba  pero sentí que había valido la pena, ¿que tanto es tantito?

En varias ocasiones saliendo de casa y comenzar a trotar me encontré otros rosados papelitos de los de 50, y por calles donde algún transeúnte pudo haberlo visto antes que yo, pero en fin, al no haber nadie cerca el billete era para mi en cada uno de los casos. 

Los de cien pesos: solo un par de veces me los he encontrado y me pregunto ¿y éstos por qué casi no los pierde la gente? Quiero de ésta denominación para arriba (en realidad lo que sea es bueno).

En otra ocasión, al término de un medio maratón, al estar ya caminando hacia el carro para volver a casa, que me encuentro un papel moneda de los verdes, era de 200 pesos... ¡wow!  feliz por mi, pero que pena por quien haya sido el descuidado que lo tiró. Y es cuando me digo:
"¿Para que los tiran?  Bueno si los quieren tirar háganlo por donde voy a pasar, que yo sí los quiero".

Curiosamente un año después, al salir del mismo evento de medio maratón me hallé otro verde, pero en dólar, uno de 20, y por si fuera poco casi en el mismito lugar que los 200 pesos de un año antes. Y la cosa no terminó ahí, ya que en la tarde del mismo día me dispuse a trotar un poco solo para deshacerme del ácido láctico (golpeteo) de las piernas y ya casi oscurecía, y de  pronto... la luz del día me alcanzó para distinguirlo, tirado a mi derecha estaba otro billetito de 50 pesos. No lo podía creer, que el mismo día me encontrase dinero las dos veces que había salido a correr. Hasta pensé: ¿acaso alguien me está pagando los kilómetros que corro? no es necesario, porque de todos modos salgo a correr con mucho gusto... pero bienvenido sea, gracias!!



Los de 500 o Mil :  ahí si, todavía no he tenido el enorme gusto. Pero este tema me lleva a otras preguntas:

Supongamos que vas por tu récord personal en una carrera de las que más esperas en todo el año, en una de esas que dices: "Para esta carrera me preparé muy bien para romper mi récord de 5 kms, o de 10k o 21k , etc",  Y vas con todo, decidido y convencido de que lo vas a lograr, no quieres perder ni un segundo, hasta rechazas el vaso de agua que te ofrecían por ahorrar tiempo o no perder el ritmo... vas super bien, y de repente ves un billete de los más deseados, de los de bonita fachada, uno de 500 pesos, de 1000 pesos, o cien dólares (por dar tres ejemplos). Entonces ¿qué haces?, ¿te detienes por él? o ¿finges como que no viste nada? ─ Digo, yo de plano me olvido de mi récord personal y me quedo con el billullo.

¿Crees que un élite o un africano que busca el podio y los premios económicos sacrifique su ritmo para levantarlo? Tal vez ni pierda mucho tiempo si dejó a sus rivales muy atrás, pero si a pocos metros vienen los demás, pudiera ser que por recoger 500 pesos se pierda de ganar un premio de 20 mil... ¡vaya usted a saber!


Bueno, eso de hallarse un dinerito es un bonus a nuestro deporte. Es obvio que no salimos a correr esperanzados en encontrarnos algo, pero cuando sucede, ¡uff que gusto nos dá! 

Sigamos corriendo y... ¡SUERTE!









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