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lunes, 12 de junio de 2017

Rock 'n' Roll San Diego Half Marathon 2017

Domingo, 4 de junio de 2017.

Después de correr el maratón de San Diego cinco años de forma consecutiva, quise darme el descanso y a la vez la oportunidad de probar en la distancia de los 21.097 kms. pues para ver si acaso me gustaba más que el duro maratón que tiene esta ruta san dieguina.

Cuando me inscribí hace un año fui muy optimista y puse que haría una marca debajito de 1:30' horas, pero pues, la realidad es que no llegue en buena forma, no me preparé debidamente. Eso sí, llegué a la línea de salida, citado en el corral #1, pues ahí fui asignado.
A unos cuantos pasos estaba el mejor atleta de fondo de nuestro país: Juan Luis Barrios, y 61 minutos después de la salida del primer corral, él sería el sub campeón de esta competencia.

Fotos a color por:  Lucy Domínguez.


Me dijeron dos amigos que la ruta era rápida, y por que eso ellos rompieron sus marcas personales allá en S.D.  Otro amigo más (Francisco Isais) quiso equilibrar la balanza, argumentando que no era para récords la ruta de S.D. por tener tantas cuestas que rompen el ritmo a cada rato. Dijeran lo que dijeran, me lancé al reto con dos ideas a cuestas, mejorar mi marca reciente de Ensenada, 1:37:30 horas en medio maratón y, por supuesto, disfrutar la experiencia.

Cuando ya haz corrido varias veces en la misma ciudad y calles, no encuentras muchas novedades; pocas cosas me sorprendieron esta vez, ¿sería acaso porque no estaba corriendo el maraton? Por lo menos, algunas calles no fueron las mismas. Algo me desmotivaba... quizá el no saber mi paso por kilómetro. 



La razón de no saber a qué ritmo iba me sacaba de onda. No es para nada lo mismo correr y esperar la señal de cada milla para ver en cuanto me sale y ver si voy lento, rápido (bueno fuera) o más o menos, que correr con señalamientos de kilómetros, que llegas a ellos mucho más pronto. Fue lamentable que una semana antes "tronara" mi Garmin, los cuales dicen, caducan en 2 años aproximadamente. El mio ya iba para tres, y no quiso dar más. Y, lo que es acostumbrarse a la tecnología! No debería uno depender tanto de ésto, pero sí que me acostumbré a ver mi ritmo en el reloj. Ésta vez no supe si iba bien o mal con certeza. Olvidé calcular (en casa) a que paso ir por milla, para verlo en el cronómetro de un reloj sencillito que llevaba conmigo. Comencé las millas ligeramente arriba de 7 minutos, pero poco me duró el gusto, que después de 10 kms ya oscilaban mis millas entre 8 y 8:30 minutos.

Otra cosa que me ha costado, en todo lo que va del año es que no consigo bajar mis kilos extras, lo cual es una razón más por la que no puedo mantener por mucho mi mejor paso veloz. Creo saber el por qué; sin duda se debe a que no he entrenado para maratones, ya que desde octubre del año pasado no he vuelto a correr otro, y por consiguiente, he reducido mi kilometraje semanal. Sí, porque, para maratón corro entre 60 y 80 kms por semana, y entrenando para distancias menores apenas acumulo un kilometraje semanal entre 40 y 52 kms, y ya rara vez paso de los 50 kms por semana. Entonces, está claro que no estoy quemando las misma cantidad de calorías que antes; por eso los kilos extras siguen en mi, y por eso no logro correr a la misma velocidad. Mis deducciones.

Fotografía de: Germán Rodríguez Sr.


El constante sube y baja de S.D.  no es sorpresa, ya uno se la sabe bien como son sus calles, pero la ruta con tantas vueltas si es algo latosita, en definitiva, corta el ritmo a cada rato. Me tuve que olvidar de acercarme a 1:35' horas, poco después de empatar lo hecho en Ensenada, y poco después ya me conformaba únicamente con llegar a la meta. Lo hice en 1:40:42' en una sospechosa ruta aderezada con unos 200 o 300 metros de más... es que, nunca olvidaré las ganas que le puse a la milla 11, que quise aprovechar que era casi toda de bajada, e ideal para recuperar al menos un minuto perdido; apreté el paso con fuerzas, abrí zancadas, agité mi respiración, casi como si fuese un sprint final, ¿y?...  nomás para llegar a la señal de la milla 12 y ver en el cronómetro que también esta milla me había resultado "igual que las otras", arribita de 8 minutos.

Lástima de no llevar GPS que me indicara al final cual fue la distancia total, que al menos, e igual que el año pasado, tanto a mi como a los amigos que se aventaron el maratón, nos dio entre 500 y 600 metros de más, así que no dudo que a los del half marathon nos la aplicaran también con al menos 200 metros extras.




¡La medalla super bonita! Casi idéntica a la que entregaron a maratonistas. Me gustan que sean redondas las de maratón, y no rectangulares como ya nos las dieron en S.D. en años anteriores, pero uno que no adivina el futuro se topa con estas ironías de la vida.

¿Volver? No lo creo. Ésta vez no estoy inscrito (por la pre-venta), pero si acaso lo hago, que sea nuevamente por correr el maratón, que aunque uno llega muchísimo más cansado a la meta, también es muchísima más la satisfacción y el orgullo por lograr salir avante de tal odisea y osadía.



Mientras, ya considero seriamente la idea de correr mi propio maratón, desde Playas de Tijuana hasta Puerto Nuevo.


¡Gracias por tu visita!







miércoles, 31 de mayo de 2017

Medio Maratón Ensenada 2017

Ensenada, B.C.
Domindo 14 de mayo del 2017

¿Quién puede dormir con un cenzontle cantando todo su repertorio sobre un árbol pegado a la ventana del hotel?, digo yo que se trataba de un ave de esas pues cambiaba seguido de tonada; menos mal que no se sabía la del "Tao tao" o la de "El Cu-cu".

De todos modos, terminé durmiendo algunas horas, pues el cansancio pudo más que aquella inmerecida serenata.


Calenté lo mismito que un año antes, dos kilómetros mientras trotaba hacia Playa Hermosa. Apenas anduve dos manzanas y un señor pasó en un carro ofreciéndome raite, pues me dijo que estaba lejos. Desde luego, se trataba de un corredor, pero me negué y agradecí, mencionando que mi trote hacia ese lugar era mi calentamiento para el medio maratón.

Imágenes 1 y 3, cortesía de Yo también corro en Tijuana.


Cámaras y fotógrafos hacían buena cobertura del evento desde minutos antes del arranque. Un dron sobrevolaba captando a unos 1,600 corredores dispersos por doquier. El cielo nublado, clima rico, como para correr fuerte y sin problemas de deshidratación.

Salimos disparados como siempre, como si se tratase de 5 kilómetros únicamente. Mi suerte al comenzar fue extraña, pues una piedrita que quien sabe de donde salió, me molestó en cada pisada bajo mi pie, dentro del tenis izquierdo, de modo que no podía acelerar... todo mundo me iba pasando.

Me sentí desalentado y decidí detenerme para remover la condenada e inoportuna piedrilla, sin embargo, apenas me iba orillando al camellón, mermando el paso, cuando ya, por arte de magia, la piedrita o lo que fuese, al parecer se había salido o movido de lugar. Probé seguir así, lento un rato más y, en efecto, ya no había molestia alguna. Aceleré, decidido a recuperar el terreno perdido.

Pic de Víctor Puma.


Mi única intención era superar lo hecho en Mexicali. Llegaba a Ensenada con tres kilos extras, que no será mucho, pero como quiera que sea me restan varios segundos por kilómetro. Mas, superar el 1:39 de Mexicali no parecía complicado en absoluto, no me sentía veloz, pero sí fuerte.

Lo comprobé, que sí, llegando en 43 minutos al 10k y luego la cuesta larguísima, la ya tradicional rumbo al km. 15 la dominé, siendo mi paso más lento como a 5:10' por km. al subir. De cualquier modo, los tres kilómetros restantes son los que se me complican, porque al subir y luego dar acelerones en las siguientes bajadas, y continuar el sube que baja, me cansa porque no sé tomármela con calma, me emociono siempre en ese segmento del recorrido y es que, bueno, es en Ensenada donde he corrido dos de mis 3 medios maratones más rápidos; desde luego que este día no estaba en condiciones para siquiera intentar acercarme a ese 1:31:11 que es mi récord personal y establecido en esas mismas calles grises y onduladas apenas un par de años antes.

Pasé a un lado del hotel donde nos hospedamos, donde existe un gato con 23 dedos, un carro antiquísimo estacionado, en desuso, donde el sol y el tiempo conspiran para erosionarlo, donde un pájaro mitotero no deja dormir, y en cuya calle principal Lucy me esperaba para realizar algunas tomas fotográficas. 




Al poco rato ya estaba cruzando la meta. Conseguí recorrer los 21 kms en 1:37:36 horas, que me dio tanto gusto lograr pero a la vez no podía dejar de pensar que es una de las marcas más lentas que he hecho en Ensenada de ocho participaciones. Luego me sentí satisfecho tras considerar la suma de mis momentos críticos, que no fueron muchos afortunadamente.  De inmediato pensé en San Diego, y en una futura búsqueda por algo mucho mejor que 1:37 horas. ¡Claro que se puede!

Medalla en el fondo de la bolsita, hmmm...., bueno! Bonita camiseta dri-fit, buenas bebidas, charlas breves con amigos runners, y a remover el lactato de las piernas, ahora con mi trote de regreso al hotel, es decir, otros dos kilómetros.


Foto: Lucy Domínguez

No fue mi intención, es más, ni recordaba que por ahí era la ruta, pero cerca de 45 minutos después de haber cruzado la línea de meta, me iba topando con bastantes corredores, a quienes se les había complicado el reto o que debutaban en la distancia. No faltó quien me dijo, "es para el otro lado, vas al revés", pero les hice saber que ya había terminado... no, no presumí, solamente aclaré; eso sí, me fui echándoles porras y palabras de aliento a todos, pues en parte eran para mi mismo, que en verdad estaba con las piernas ya muy cansadas e iba en ascenso..., y yo:

 ¡Ánimo chicos, no se rindan, ya mero llegan!

¡Gracias Juan Charly Rodríguez por ayudarme a no quedar fuera de este bonito evento!





viernes, 12 de mayo de 2017

Carrera 5 de Mayo 10K



Correr en domingo con grandes posibilidades de lluvia, era una idea atractiva para mi a pesar de que es para muchos una razón para no salir de casa, ni mucho menos de madrugar en ese día. Ah, pero para los corredores de corazón eso es una motivación extra y no un pretexto para dejar de hacerlo.

La temperatura anunciada sería entre 11 o 12 grados celcius, la cual para mi es la ideal, para rendir en una carrera. 
En un entrenamiento en febrero hice un 10k en 42 minutos, luego en el 10k del Cetys de Mexicali logré un 43:26, con lo cual logré el primer lugar de mi categoría. Pero, por "descuidos y excesos de confianza" subí un poco de peso después de esas fechas, así que me esperaba unos 45 o 44 minutos en esta carrera.

Sin entrar mucho en detalle, puedo decir que la carrera fue muy disfrutable. Pude saludar al menos a unas veinte personas, antes, durante y después de correr. Lo que sí, la ruta me gusta bastante, partiendo del centro de la ciudad y hacia Zona Río. El clima era el esperado, y la lluvia se lució en un buen tramo, como que una nube viajera y bien cargada nos quiso dar el remojón y consiguió empaparnos por ahí a la altura del bulevar Sánchez Taboada... yo súper contento con eso. 😃

Lo que me gustó es que me sentía muy fuerte, no veloz, sino con fuerza muscular y eso pocas veces lo consigo en las piernas, abdomen y cadera, por lo cual pude mantener un paso promedio de 4:18 por kilómetro... y eso que ando con casi 78 kilos, cuando debo pesar 74 como mi peso ideal de corredor, (en mi caso).

De regreso es algo de buena subida, sobre todo cuando se rodea al Parque Teniente  Guerrero. Si algo he entrenado en lo que va del año son cuestas, así que, posiblemente no me vaya tan mal en el Medio Maratón de Ensenada (aunque no traigo mucha velocidad) donde espero hacer algo menor a 1:36 horas.

Los últimos 200 metros los hice acompañado de Adán Morales, que al darme alcance bajé un poco el ritmo, y casi platicando llegamos juntos a la meta, que por cierto, en el arco-meta daba la distancia de 10 kms, pero todos seguían corriendo hasta llegar a una línea en el suelo un poco más adelante, lo que daba en total 10.1 kilómetros, lo que también tomo en cuenta. Siendo así, mis 43:31 minutos que hice, menos cien metros, me dan 43:00 minutos en un satisfactorio 10k, y lo que me da esperanza de este año romper mi marca personal, pues cuando pierda esos 4 kilos de más, creo podré correr 4 minutos más rápida esta distancia.

No me quedé mucho tiempo, por el frío, la ropa mojada y el hambre, pero me hubiera gustado saber en que lugar general quedé... quizá hasta podio me tocó y ni me enteré.

Carrera 5 de mayo o Mutualista, muy buena, además de que siempre ofrece dos distancias para correr (5 y 10 kms) y apenas es la segunda vez que la corro. De las pocas carreras viejitas que todavía sobreviven en Tijuana... y es gratis, hay que aprovecharla. ¡¡Volveré!!






miércoles, 5 de abril de 2017

Reto Volcánico 25 Kms

Quería un reto como este, en sendero, rodeado de grandes paisajes naturales, alejado de las calles, del pavimento y sobre todo que se prestara para correr en la mayor parte de su recorrido, y lo fue, se pudo correr en todo momento.

San Quintín. Domingo 2 de abril del 2017:

La noche del sábado pude dormir arrullado por el viento, el cual semejaba el sonido de las olas del mar, éste viento entre los árboles altos de eucalipto y palmas frondosas fue en verdad relajante, y es que resulta ser una característica aquí muy especial del lugar Old Mill (Molino Viejo), hotel y restaurante, que fue la sede de este primer evento atlético. Además se está rodeado por una bahía, un regalo especial del mar del pacífico, y a donde muchos pescadores acuden ya sea por deporte o por negocio.

Foto por: Lucy Domínguez


No me extrañó ver a muchos de los mejores corredores de Baja California disputando por los primeros lugares. Se veía venir un duelo entre Daniel Valdéz y Guillermo Estrada, solamente faltaba Alexis Verdugo, aunque creo que Daniel Hernández de haber asistido, bien les pudiera dar una sorpresa. Sólo que también estaba presente el keniano Robert Gaitho. Ni que decir en cuanto a la rama femenil, Dulce María Rodríguez, quien lleva muchos triunfos últimamente en nuestra región baja californiana, una atleta olímpica que se impone y demuestra que la edad es sólo un número, ella enfrentaría a Genoveva Gelagat y a la veterana pero aguerrida Mary Rodríguez de Tijuana. 

La carrera comenzó a las ocho de la mañana, clima ideal, viento ligero y fresco. Me vi corriendo fuerte sobre calles terrosas vecinales. Corredores de un paso de 4:15' por km. en promedio, nos fuimos por amplios terrenos donde hay muy pocas casas y luego salimos hacia campos abiertos, a un lado de humedales con apariencia de pantanos. Como lo habían anunciado, el suelo resultaba mayormente compacto en su recorrido.

Imagen de Web oficial del Reto Volcánico.


Yo no ando en mi mejor forma física, pero como siempre ya tenía metas a lograr, buscar acercarme a las dos horas como tiempo total, de preferencia en menos de 2:10 horas. Si mal me iba haría 2:20 horas o quizás más. Claro que lo principal es disfrutarlo, y de eso nunca me olvido.

Los primeros 5 kms los hice en 21:58 minutos ya que eran planos; lo bueno, lo "dificultoso" vendría a partir del km.7 cuando las primeras cuestitas nos guiarían hacia el Volcán Riverol. 

Ya habiendo superado las cuestas, nos encontramos con que gran parte de la flora que cubría el suelo era una colorida alfombra de una especie de suculentas rojizas que al irlas pisando reventaban y volvía un poco resbaloso el suelo, o quizás los que iban adelante nos lo dejaban ligeramente resbaloso a los demás. Fue hasta interesante lidiar con esto, pues incluso a la vista me parecieron muy agradables y, al menos yo no contaba con este factor sorpresa.

Fotografías (de la 3 a la 7) cortesía de Juan Charly Rodríguez


Después de que hice en 46 minutos los 10k ya no me fijé tanto en el reloj, quería más que nada disfrutar del recorrido que presionarme, eso sin buscar de dar mi mejor esfuerzo, uno del que me sintiera orgulloso al final del evento, pues considero que una cosa no está peleada con la otra, el poder buscar una marca determinada (tiempo) y el disfrute de la experiencia en general. En este tipo de terrenos definitivamente el rival es uno mismo, donde mente y cuerpo estan en constante conexión para conquistar la meta.




A la única persona que si me propuse alcanzar fue a Adán Morales (esposo de Isabel Mata), más ocurrió que en las cuestas lo dejé ir, le dije que me estaba reservando para de regreso darle fuerte, pese a eso, recuerdo que mi paso al subir fue constante y de unos 6 minutos el kilómetro. Él, poco a poco se me fue, pero cuando me propuse alcanzarlo ya me había sacado cerca de medio kilómetro. Me fui tras él, tal vez no pensando en ganarle sino para acompañarnos.  Dejé a algunos corredores atrás, y veía a Adán cada vez más cerca. Le fui recortando espacio, pero tal vez él seguía a otros e iba con ganas tras ellos.

Después, ya subíamos por tierra arenosa pero dura, enseguida bajábamos hacia tierra suelta en caminos anchos, pero si te tomas el tiempo ves a tu espalda el volcán, a tu derecha y a los lejos el mar, luego enfrente y alrededor la vegetación verdosa de yerba silvestre y flores que han brotado con la primavera, todo eso en conjunto nos mostraba un panorama singular.




A 200 metros me quedaba ya el joven Adán ¡Vaya que iba fuerte! Pero... cuando lo tuve a unos cien metros me di cuenta que no era él, que estuve siguiendo a la persona equivocada. ¡Ah, pero claro, si la camiseta de él era amarilla no blanca!! -me dije.  Para eso ya manejaba yo un paso ligeramente arriba de cinco minutos el kilómetro, cuando ya íbamos en calle pedregosa rumbo a los kilómetros finales. Aquí me di cuenta que habían policías presentes que nos cuidaban por si algo se ofrecía.

Estuvimos bien atendidos en los abastecimientos, el agua nunca faltó. Yo cargué con un poco de suero y que bueno pues había sudado mucho y pese el viento fresco, el sol ya calaba a las diez de la mañana. Ni siquiera pude cerrar fuerte como me lo había propuesto pues cosa rara en mi, a partir del km 23 me querían llegar calambres en ambas pantorrillas, eso en cada intento por meter velocidad... Ok ok, me dije, voy a continuar con este paso, no hay problema, no me forzaré de más y...



Logré llegar  a la meta en 2:06:55 horas, lo cual me dejó satisfecho por ser mi primera vez en este reto. Claro que para la siguiente vez ya sería con conocimiento total del terreno y ruta, que espero volver, y de hacerlo mi reto será concluir el recorrido en dos horas flat o menos.

Jamás hubiera imaginado que viajaríamos manejando hasta San Quintín para correr, para conocer, para buscar relax, ya que las fotografías publicadas en la página oficial del Reto Volcánico mostraban lo espectacular del recorrido, y poco después el video terminó por convencer a muchos corredores más, pero en mi caso, con pocas imágenes tuve para animarme.

Lo mejor, es que es ruta que sí se puede correr, no sólo hacer senderismo cuesta arriba, pues lo que me gusta es darle rienda suelta a las piernas y por eso considero que vale la pena volver, que espero sus organizadores se animen a darle continuidad a tan bonito evento.


Ahora, con ayuda de Lucy, a manejar hasta Mexicali (otro reto) para presentarme en la Feria del Libro, con Entre el Río y las Estrellas, mi primer libro. ¡A ver como nos va!

¡Gracias por tu visita!






miércoles, 22 de marzo de 2017

Un día Corrí para...

Un día corrí para sentirme fuerte, para sacar mis frustraciones, para distraer mi mente de los problemas, y también para compartir charlas amenas con mis amigos. Corrí para conocer otras ciudades y nuevas calles, para escuchar idiomas que no comprendo, para soñar con nuevas metas, para adquirir una nueva medalla, para superar todos mis números basados en tiempos, para ser parte de un gran evento, pero también para reencontrarme conmigo mismo, para conocerme un poco más al desafiar mis límites, para regalarme satisfacciones y sensaciones que me eran desconocidas.
Para gritar un calambre quizás no, pero sí para engrandecer con ello la gloria de poder llegar a la meta a pesar de una lucha constante contra la larga distancia.

Ultra Trail Runner Rory Bosio
Un día corrí para saludar a otros que corren, para animar a quienes me han enseñado a correr, así como también a quienes comienzan con trotes pequeños pero con sueños grandes. Corrí por sentir en el cuerpo una nueva dosis de adrenalina previa a una nueva carrera; corrí -¿por qué no decirlo?- para salir en una fotografía que pudiera apreciar en el futuro, para armar una colección de preseas, para portar una camiseta con orgullo, para viajar miles de kilómetros aunque terminase corriendo unos cuantos.
Corrí para aligerar mi cuerpo, para intercambiar calorías por fuerza y coraje, para luchar contra la negatividad externa pero sobre todo contra la interna y fortalecer mi voluntad, y para creer más en mis ideales, para creer más en mi propio poder que en un “no se puede” y de este modo derribar murallas mentales.

Un día quise correr para sentir como me mojaba la lluvia, para saltar múltiples charcos y también para meterme en ellos. Otro día quise correr para sentir la tibieza de los rayos del sol, para sentir el sudor recorriéndome la piel, para luego experimentar el frescor de un viento ligero.

Un día corrí para ascender los cerros que murmuraban desde lejos una invitación a conocerles, para saltar sobre sus piedras, para eludir grietas en la tierra e incluso las inestables maromeras o chamizos. Corrí para conquistar cimas que me premiaran con vistas panorámicas por no claudicar en mi esfuerzo; para palpar las nubes que les da por acariciar la tierra mientras elevan la humedad de la tierra. Corrí para apartarme de la cotidianidad y así sentirme lejos de lo ordinario, a la vez cercano a un lugar sublime que tras imaginarlo previamente, luego me enfrasqué en alcanzarlo.

Berlin Marathon 2012 Foto por Juergen Buergin

Un día corrí, para conocer senderos verdosos, para sorprenderme con aromas que emergen de la naturaleza, para descansar sobre el frescor de los árboles, para abrazar sus cortezas, para sentir el crujir de sus hojas caídas.
Corrí para reconocer la pureza y el sabor genuino del agua, para deleitarme con amaneceres impredecibles o con atardeceres nostálgicos; para perderme entre la niebla del paisaje, Un día corrí, para atestiguar el brote de la primavera y admirar sus colores y figuras; para contemplar un cielo verdaderamente estrellado o el expresivo tono celeste del firmamento.
Un día corrí para sentir como mis pies se hundían levemente sobre la arena, para dejar que mis huellas las cubriera la salada agua del mar por el hecho de provocar a sus olas. Para ver revolotear y escuchar la algarabía de las inquietas gaviotas; para tomar un baño de sol candente entremezclado con la brisa marina. Corrí para que la infinita línea del horizonte oceánico, exclamara con su grito silente que aún existen inagotables opciones para continuar corriendo.


J. Héctor Buelna






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